Por qué nunca estamos contentos con nuestro cuerpo
Mañana, día 4 de Marzo, es el Día Mundial de la Obesidad.
Este día me hace recordar la constante presión social que hay hacia la imagen corporal y la estética. Las apariencias a groso modo. También me hace recordar cómo la industria de la moda ha hecho que pensemos que nuestros cuerpos se deben ajustar a las prendas, como si la ropa fuese el humano al que satisfacer. Precisamente es al revés.
Parece que nunca estamos contentos con nuestro físico. Y no me extraña.
Cuando hablamos de disforia corporal no estamos hablando de dismorfia. La dismorfia es un trastorno somatomorfo consistente en distorsionar la autoimagen de la persona. La disforia no es un trastorno como tal, sino un concepto que describe la cantidad de rechazo en forma de emociones desagradables que las personas podemos llegar a experimentar sobre nuestro cuerpo. Por los defectos que cada uno percibimos, por no cumplir la norma, por ser señalados, y miles de experiencias que nos han atravesado sin piedad alguna.
Tristeza, frustración, rabia, ira, ansiedad, son unas de las muchas emociones que hemos experimentado hacia nuestra persona porque se nos ha dicho de forma directa e indirecta que no somos correctos, porque nuestro cuerpo no lo es. Y digo yo, ¿nuestro cuerpo tiene la obligación de agradar? Es más, ¿desde cuándo somos únicamente nuestro cuerpo?
“La belleza está en el interior”, ¡no amigos! Nos han hecho creer que nuestra valía depende de la belleza y por tanto de la deseabilidad que desprendemos, por lo que se está concibiendo a la persona como un puro objeto de consumo. Si bien podemos tener la perspectiva de que todo es bello y no todos los ojos están diseñados y/o bien entrenados para poder identificar dicha belleza, lo que sí es objetivo es que todo cuerpo es válido independientemente de su forma.
Volviendo a la obesidad, esta realidad es un claro ejemplo de cómo la sociedad provoca esta disforia corporal. Nos han sensibilizado a tener unos kilos de más y lo han tapado con el pretexto de la salud. Si realmente, con estas campañas de los días mundiales, se desea prevenir (que no lo dudo) un factor de riesgo para la salud como lo es la obesidad, ¿por qué a las personas nos preocupa más engordar 2kg, que no 20, y tener michelines, que el consumo diario de alcohol y tabaco? Todo esto fomenta la aparición de trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Algo está mal. Muy mal.
Y no solo pasa con la silueta o el volumen de las personas, ya sea por ser más gordo o más delgado de lo que dictan como normal (que por cierto, los criterios de belleza cambian con el paso de los años). Pasa con otras características físicas, como puede ser el rostro, el cabello, las manos, el vientre… ¡Desarrollamos complejo por cualquier parte física! Y es curioso que nunca lo hagamos, o al menos que yo haya observado, por características más psicológicas, como las creencias, actitudes, o la personalidad a rasgos generales.
¿Cómo se crean estos complejos? Atacando nuestras inseguridades. Y si tenemos una inseguridad, algo debemos hacer para quitarla. ¿Qué hacemos? Comprar esa crema, cortarnos el pelo de aquella manera, o llegar hasta una rinoplastia. La sociedad nos crea necesidades señalando y estigmatizado nuestra apariencia de una manera pasivo-agresiva descomunal.
Nos venden en televisión que con ese cuerpo musculado no podrás quitarte a las mujeres de encima, que con ese corte de pelo derrocharás seguridad, que con ese vestido serás aceptada en lugares elitistas, y un sinfín más de circunstancias. A veces sucede, que nos lo llegamos a creer tanto que terminamos por sentir esa seguridad y a obtener ese respaldo por aquellos que nos dicen que están por encima de otros tantos que no tienen ese físico, ese color de pelo o esa ropa de moda. A eso se le llama placebo, y crea una falsa autoestima. Porque no reside en ti tu sentimiento de autoaceptación, sino en la validación del exterior.
Con respecto a la autoestima, se retroalimenta con la disforia corporal. Te explico. Por determinados motivos no te encuentras bien con quién eres y encima ves que te señalan por no tener el cuerpo que supuestamente deberías tener. Esto último, merma tu autoestima, y a su vez, pone más el foco en esos complejos que vamos desarrollando. Esto no se queda en un mero sentimiento de tristeza, ansiedad, o rechazo. Esto puede llevarnos a situaciones más complejas como la anteriormente citada dismorfia corporal, a trastornos de la conducta alimentaria, trastornos del estado anímico, y demás problemas de salud mental.
Todo cuerpo tiene algo bonito que disfrutar
Así que como no queremos eso, espero que, tanto la reflexión de este blog contextualizando todos estos sentimientos de rechazo hacia nuestra persona reducida por completo a la apariencia física, como el siguiente ejercicio, te sirvan:
Quiero que cojas un billete de 5€. Comprueba que vale 5€. Ahora, insúltalo.
Arrúgalo y tíralo al suelo. Písalo. Dile que no vale, que es feo. Que un billete de 20€ tiene un color más bonito. Y si ya te estás calentando, hasta puedes escupirle.
Ahora te lanzo la siguiente pregunta. ¿Cuánto vale el billete?
¿Sigue valiendo 5€?
Pues lo mismo pasa con las personas. Da igual que nos digan que somos feos, que nuestra forma no tiene nada de atractivo, que nuestros colores no son bonitos, o que no valemos para nada.
Porque, como a veces se nos olvida, y los ataques, las humillaciones, y los rechazos nos duelen, no nos viene mal recordar, que seguimos valiendo lo mismo.
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